Un piso con mucha historia en Barcelona

¿Cuántas historias pueden contar nuestras casas? En cuanto abrimos las puertas de una vivienda se inicia el capítulo de una nueva historia. A veces las páginas del libro están en blanco, como las de un piso por estrenar. En otras ocasiones, las viviendas tienen tanta historia que podrían escribirse varios volúmenes. Hoy hemos visitado un piso entre cuyas paredes han pasado muchas cosas. Se trata de una vivienda singular, ubicada en una planta principal o noble de un edificio que se construyó en 1867, en una antigua colonia textil en Ciutat Vella, Barcelona.

Abrir la puerta de esta casa es hacer un viaje al pasado. Los actuales propietarios, amantes de la cultura y de la Ciudad Condal, han sido muy cuidadosos a la hora de conservar y preservar todos y cada uno de los detalles de esta magnífica vivienda. ¿Una de sus grandes ventajas? A las que veremos a continuación hay que sumar otra que tiene que ver con su localización.

El piso está en el corazón del barrio de Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera, justo al lado de la parte Derecha del Eixample, y a pocos pasos del Born, una zona emblemática de Barcelona. La misma en la que encontramos la impresionante Basílica de Santa María del Mar, la emblemática calle de l’Argenteria el mercado de Santa Caterina o el Centro de Cultura y Memoria de El Born. ¿Dispuesto a descubrir esta maravilla hecha vivienda? ¡Pues vamos allá!

La antigua casa de un pintor del siglo XIX

Abrir las puertas de esta casa es adentrarse en un hogar muy especial. De hecho, la vivienda fue cuna de Josep Maria Sert i Badia (1874-1945), un pintor español que destacó como muralista, recibiendo múltiples encargos decorativos tanto en edificios público como privados. Contó, de hecho, con una notable fama y éxito internacional, siendo descendiente de una saga Sert, muy reputada tanto en la ciudad como fuera del país.

La casa tiene nada más y nada menos que 349 m2. Se trata de un piso principal, que en realidad ocupa la segunda planta real de una finca del siglo XIX. Concretamente de 1867. Históricamente fue la recepción de un palacete. Hoy la finca ha sido reformada, como el piso, y cuenta con ascensor. La vivienda está orientada a una calle peatonal y a un pasaje privado de lo más pintoresco, que por las noches queda cerrado.

Un gran vestíbulo conectado con el corazón de la vivienda

Nada más abrir la puerta, nos encontramos con un gran vestíbulo que nos da acceso al núcleo central de la casa. Aquí están los salones, con techos altos y artesonados, con acceso a la biblioteca y a un gran salón con distintos ambientes. Destacan sus grandes ventanales y la salida al balcón ajardinado, punto focal de la finca desde la calle peatonal. Este es, de hecho, uno de sus mayores atractivos. Los techos, que son magníficos, están todos artesonados con la más absoluta delicadeza y con distintos motivos. En caso de reforma estos serán elementos importantes a conservar.

Desde estos salones, que están justo en el corazón de la vivienda, podemos acceder a las diferentes estancias. Todas ellas están ubicadas alrededor de estos salones centrales. Entramos, en primer lugar, por un amplio recibidor y distribuidor, con vistas a la biblioteca. Y desde sus amplios pasillos podemos ir accediendo a los distintos dormitorios, que son cuatro y dobles. Son muy espaciosos y dos de ellos cuentan con baños completos.

La cocina está muy bien organizada y conserva un mobiliario clásico. Adosada a esta encontramos una salita que funciona como office para todo el menaje, además de otro espacio especialmente pensado para los desayunos.

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